Andalucía en la Historia Nº 48. Abril 2015
El último número de la revista ‘Andalucía en la Historia’ se adentra en los factores sociales, económicos, artísticos y políticos asociados a la fiesta de los toros, una práctica habitual en Andalucía y en casi toda la península
Desde finales de la Edad Media, los juegos de toros fueron una práctica habitual en casi toda la península. Todos los acontecimientos, independientemente de que tuviesen carácter religioso, civil o político - canonizaciones, proclamaciones reales, festividades patronales, etc.- se celebraban con toros. La fiesta de los toros se extendió hasta tal punto que puede decirse que cualquier localidad andaluza, por pequeña que fuera, celebraba al menos una fiesta de toros al año. Sirva como ejemplo para demostrar la popularidad alcanzada por las celebraciones taurinas que hasta las comunidades de extranjeros asentadas en Andalucía celebraban regocijos taurinos para celebrar sus fechas clave, tal y como ocurrió en Cádiz en 1685 cuando se convocó a los habitantes a "correr y lidiar toros" para conmemorar la coronación del rey Jacobo II de Inglaterra.
Lejos de ser una fiesta asociada a un estamento social, los esparcimientos taurinos, aunque por diferentes motivos y bajo distintas modalidades, fueron un disfrute de todos los estamentos sociales. La nobleza los adoptó como un elemento más en su preparación y adiestramiento para la guerra, por lo que sus enfrentamientos con los astados se efectuaban a caballo y utilizando las armas propias de su condición nobiliar, mientras que el pueblo participaba en los mismos por mera diversión, corriendo los toros por las calles de la localidad, generalmente para darle muerte en la plaza mayor del pueblo.
La importancia alcanzada por este tipo de festejos y la popularidad que gozaban llevó a las diferentes instituciones de la época -cabildos, consistorios, hermandades, maestranzas, hospitales, etc- a considerar la posibilidad de financiar parte de su funcionamiento con los fondos que obtenían por organizar las corridas, es decir con la recaudación del pago de las entradas para asistir al espectáculo. La fiesta de los toros dejó entonces de ser sólo ocio, para convertirse también en un negocio. Después vendrían la profesionalización de lidiadores y ganaderos, la edificación de plazas de toros (ya que antes las corridas se celebraban en las plazas mayores), la inserción de anuncios publicitarios, etc. De todo ello se ocupa el último dosier de la revista ‘Andalucía en la Historia', coordinado por el profesor de Historia e Instituciones Económicas de la Universidad de Sevilla, y miembro de la Fundación de Estudios Taurinos, Antonio Luis López Martínez. Así, el monográfico aborda temas como el desarrollo de la tauromaquia en las ciudades y pueblos andaluces, la conversión de la fiesta en un lucrativo negocio, el desarrollo de los carteles de toros, las múltiples prohibiciones padecidas por los festejos y las características del toreo caballeresco.
Entre sus artículos sueltos, este número de la revista, correspondiente a los meses de abril, mayo y junio de 2015, se encuentra el dedicado a la leyenda tejida en torno a la muerte del conde de Niebla en Gibraltar, la desaparición en el siglo XVI de un misterioso animal llamado encebra, la escritura como medio de acercamiento a la vida cotidiana de las clases populares, la gesta de Bernardo de Gálvez y la historia de la formación de la Isla Mínima.
Asimismo, la revista publica una entrevista con el modernista Carlos Martínez Shaw; las biografías de Mateo Alemán y José Montes Sierra; un recorrido por la revolución democrática de 1868 y la interpretación de un desconocido cuadro sobre el expurgo de libros de ‘El Quijote', además de sus habituales secciones de reseñas, opinión y editorial.