13º taller. 5 de octubre de 2017
La expresión “Trienio Bolchevique”, de tan extraordinaria fortuna historiográfica, lleva implícito un carácter inequívocamente revolucionario, ya que entendía que lo acontecido en la Rusia zarista en 1917 había sido la mecha sin la cual nunca se habría prendido el fuego de la revolución entre los campesinos sin tierra andaluces. Tal ha sido la prevalencia de este término que, todavía hoy, continúa utilizándose para describir este periodo de alta conflictividad social, lo que ha conllevado que las intensas movilizaciones campesinas hayan sido interpretadas como “explosivas”, “revolucionarias”, “milenaristas”, “premodernas” y “rebeldes”. Es decir, abonando de este modo, una vez más, la mítica, romántica y tópica interpretación de una Andalucía trágica e irredenta, atrasada y subordinada, en la que las protestas estaban teñidas de una visión utópica del trabajo y de la propiedad de la tierra, alejada de las corrientes políticas mayoritarias europeas.
De este modo, se identificó la conflictividad agraria andaluza con el problema jornalero, los males del latifundismo, la teoría clásica de la lucha de clases y la demanda de la reforma agraria, difuminándose los aspectos más complejos y plurales del agro andaluz de principios del siglo XX.
Sin embargo, nuevas investigaciones han venido a contradecir esta visión mítica y romántica de esos años de conflictividad en el campo andaluz